El creativo… ¿nace o se hace? Como tantas otras preguntas que presentan esta dicotomía, parece una pregunta complicada de contestar.
Quería abordar este tema en el blog porque acabo de terminar recientemente una especialización de ISTRAD en Traducción y Marketing, y de este proceso han surgido estas ganas de contar lo que ha representado para mí la creatividad.
Me embarqué en este proyecto formativo con todas mis reservas porque tenía una percepción de mí mismo como una persona poco creativa. Y, finalmente, a juzgar por las impresiones que he ido recopilando en esta experiencia…parece que tan mal creativo no soy.
Hay que decir que siempre he trabajado en ámbitos relacionados con la traducción y los negocios internacionales en los que la creatividad no era la piedra angular de la actividad. En los puestos que había desarrollado las reglas del juego estaban más o menos establecidas y, por lo tanto, había poco campo para “sacar los pies del plato” y dar con una fórmula creativa e innovadora de abordar las distintas situaciones.
Por eso y por alguna otra cuestión, tenía de mí una imagen de una persona poco creativa y, por tanto, estaba poco esperanzado en poder dar soluciones creativas para transcrear elementos comunicativos relacionados con la publicidad y el marketing.
Es curioso cómo, siguiendo las pautas de los expertos del curso, de cómo abordar un proceso de lluvia de ideas —dejarse llevar totalmente por senderos mentales difíciles de explicar—, organización de los conceptos más adecuados para cada encargo, proceso de propuestas al cliente y cómo este proceso de propuestas puede incluir una negociación para hacer valer tu propuesta creativa, etc.; es curioso, digo, cómo puede cambiar tu perspectiva de lo que antes pensabas que eras y todo lo que puedes aportar a partir de ahora.
En mi opinión, la transcreación es un proceso totalmente vivo, dinámico, en el que puedes aportar como traductor, transcreador e incluso autor de contenidos para llevar a otros mercados ideas comerciales y conceptos que se trasladaron anteriormente en una cultura totalmente distinta. Es una de las disciplinas en las que los profesionales lingüísticos podemos sentirnos casi dueños de nuestro propio destino, en la que nos podemos sentir libres de las ataduras que nos imponen los textos originales, es casi un soplo de aire fresco que viene a dinamizar y enriquecer nuestra actividad diaria de trabajadores de la lengua.
Por lo tanto, intentando responder a la pregunta formulada al principio, diría que SÍ, que el transcreador se puede hacer, que no hace falta nacer creativo para aportar nuevos enfoques a los conceptos e ideas publicitarias, que trabajando esta creatividad podemos dar todo lo mejor de nosotros mismos y seducir a nuestro público objetivo con nuestras transcreaciones que surgen desde lo más profundo de nuestro ser.
¡Larga vida a la creatividad!